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Ultravioleta

para S.C.

Dicen que me expuse al sol del mediodía, que caí en la trampa del mar y el perfume salado del viento me atrajo, inevitable. La luz del sol es traicionera en nuestras costas: ya feroz, ya tímida o esquiva, siempre lleva al frío de la noche. Sin embargo, el ardor que deja el día es, a veces, suficiente para abrigar el paso por las calles en las que no te encuentro. Y aunque la arena desgaste, en tu ausencia, cada uno de mis actos y su lazo corredizo los ciña, en mi piel, esa aspereza siempre será dulce.

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Fují duermo arropado en una blanda nube de humo la espiral de fuego me protege conjurando con su incienso los ínfimos demonios que ansían mi sangre dejo mi cuerpo así, confiado y me cruzo muy tranquilamente a la otra orilla

el púgil

la montaña guarda el carbón que entre pelea y pelea él transporta en su carretilla es a la vez entrenamiento y modo de ganarse la vida mientras no llega la gloria su compañero está sofocado suda profusamente a pesar del frío pero nadie teme las parerdes de la mina están bien aseguradas cuando llegue el momento el púgil tomará algunas rocas que usará para caldear su cuarto la llama resultante será dorada como la cerveza y los árboles que en vida habitaban esas mismas tierras

mi secreto

el ansia es un jinete temerario y yo su cabalgadura el sabor de los libros el juego de la música mi poca fortaleza tu cuerpo es un enigma y no hago más que errar el camino páginas y páginas un río con todos sus afluentes que va a dar a mi cabeza